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De musas a artistas.

feminismo, mujeres en lucha, arte, cultura, musas, mujeres, artistas

Gala Éluard Dalí (de nacimiento Elena Ivánovna) fue escritora, poetisa y artista surrealista, que con los años se convirtió en mecenas para jóvenes artistas. La conocimos por ser la musa de Salvador Dalí.

Emilie Flöge fue una reconocida diseñadora de moda que dirigió el salón de alta costura vienés Schwestern Flöge y un personaje histórico de la bohemia vienesa. La conocimos por ser la musa de Gustav Klimt.

Sylvette David (ahora conocida como Lydia Corbett) es pintora, ceramista y escultora y muchas de sus obras se han paseado por el Tate Modern de Londres y la Francis Kyle Gallery. La conocimos por ser la musa de Pablo Picasso.

Catherine Deneuve es una actriz francesa con reconocimientos por sus interpretaciones (galardonada con el Premio César, nominada al Óscar y triunfadora en Cannes). La conocimos por ser musa de Luis Buñuel e Yves Saint Laurent.

Zelda Fitzgerald (nacida Zelda Sayre) fue novelista, bailarina y celebridad estadounidense, símbolo de la era del jazz en los años veinte. La conocimos por ser la musa de Francis Scott Fitzgerald.

 

Y todavía podríamos irnos más atrás mencionando a Simonetta Vespuccio (inspiró a la venus de “La Primavera” de Botticelli), Lisa Gherardini (la Mona Lisa de Da Vinci), o la Duquesa de Alba (la “maja” desnuda y vestida de Goya).

 

Vamos a ir creando un hashtag que sea algo así como #NotAllPainters porque lo van a ir necesitando cuando lean esto y piensen “¡si también hay hombres representados en cuadros!”. Efectivamente, querides. Y de hecho, muchos más hombres que mujeres (otro golpe de patriarcado, ¡já!). Estamos seguras de que sabréis hacer un análisis de los cuadros con figuras masculinas y femeninas y os daréis cuenta de que los hombres son representados por su grandeza, poderío y contribuciones a la historia. Las mujeres, por contra, hemos sido dibujadas mayormente por ser una “fuente de belleza”.

Años y años a la sombra de los “genios” como sus musas, mientras estas “genialidades” describían en sus testimonios que las mujeres emanábamos algún tipo de esencia adictiva que nos convertía en fuentes de inspiración (debo añadir que siempre y cuando cumpliésemos con el estereotipo de la época, imagínense a Rubens dibujando a las tres gracias con vello púbico… ¡qué ordinariez!).

Mientras los señores eran los artistas, nosotras éramos objeto de observación y deseo que plasmar en cuadros. Tan fuerte era la falta de igualdad de género en la pintura que Ernst Gombrich, en Historia del Arte (uno de los libros más célebres y más estudiados de la materia), no menciona ni a una sola mujer. Y haberlas, “haylas”, querido Gombrich. Las mujeres pintoras hemos existido siempre pero hemos sido olvidadas. Hemos formado parte de los movimientos artísticos más relevantes de occidente y no hemos podido firmar nuestros cuadros por nuestra condición natural, así que muchas de nuestras obras están firmadas por varones.

Podríamos hacer un artículo de feminismo de pacotilla que diga: “señoras, ¡es hora de convertirnos de musas a artistas, de saltar al otro lado del lienzo!”. Pero hace mucho tiempo que lo hemos hecho. Sin embargo, pese a nuestros esfuerzos y talentos, el patriarcado sigue favoreciendo el consumo pictórico de artistas masculinos. En prácticamente todos los campos del arte las mujeres estamos infrarrepresentadas, tenemos un reconocimiento menor y estamos peor pagadas que los hombres. Si no me crees, trata de recordar diez nombres de mujeres pintoras. Si lo consigues, contáctame, ¡quiero conocerte!

La igualdad de género en la industria del arte es una realidad a la que todavía no nos hemos ni acercado. Para eso, debemos empezar por sacar a la luz figuras femeninas que han sido olvidadas, cambiar la perspectiva desde la que contamos la historia, ofrecer lugares de reconocimiento a las mujeres artistas, feminizar espacios culturales.

Necesitamos contribuciones a construir el arte en igualdad de género: políticas públicas que empujen a las mujeres a estar delante y detrás de los cuadros, cámaras, pantallas, libros, canciones.

Este mundo no necesita más arte sobre mujeres. Necesita arte por mujeres.

 

Por Lyly Black (@lyly_black )

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