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Esclavitud femenina encubierta

Desde el origen del ser humano, siempre se le ha dicho a la mujer que tiene que lucir perfecta, con una buena imagen que agrade a los ojos que la miran. Esas miradas que se escandalizan si ven a una mujer con vello en cualquier parte de su cuerpo, o critican lo que ellos se empeñan en llamar “kilos de más”. Pero si un hombre no tiene un cuerpo perfecto, con algún michelín o cubierto de pelo de la cabeza a los pies, nadie le mira mal. Como si los defectos físicos fueran compatibles con unos y no con otros.

Esta sociedad se ha empeñado en esclavizarnos a las mujeres a través de muchos y diversos métodos de sometimiento, nuestro aspecto físico es uno más. ¿Acaso sé es menos mujer por no cumplir con ese canon impuesto como un castigo por nuestra condición “femenina”? Pues claro que no, porque la feminidad no es nada, es solo otra de las miles de limitaciones teóricas que nos enseñan. La feminidad o la masculinidad no son ni rosa ni azul, sino lo que tú quieras hacer libremente con tu cuerpo, tus actitudes, tus preferencias o tus gustos. Eres una mujer femenina si así lo sientes, y nadie debe ponerlo en cuestión.

Todas somos bellas si así lo sentimos, si nos sentimos cómodas con nosotras mismas. No permitamos que el veneno de este sistema patriarcal nos conduzca a un ciclo de incomodidad e insatisfacción acumulada. Si decides maquillarte porque te gusta, bien; si lo haces porque sientes que al natural alteras la percepción que los demás tienen de ti, mal. No estás siendo tú, y tampoco estás siendo libre. Las críticas superficiales que los demás hacen sobre nosotras no deben provocarnos más que pena por la involución de esas mentes llenas de barreras.

Somos personas, que no se nos olvide. Hombres y mujeres con defectos, que se deben aceptar en ambos sexos de igual modo, pues no hay ninguna verdad universal que nos arrebate nuestra libertad de actuación. Lo que sí hay es mucha rabia y envidia, mujeres que tiran piedras sobre su propio tejado. Mujeres que, en lugar de actuar como compañeras, se dedican a disparar contra la libertad de otras. Mujeres que anhelan esa actitud, el coraje de otras, pero están aún demasiado atadas al patriarcado. Saquémoslas de esa prisión mental y llevémoslas de la mano de la sororidad.

Ante cada bofetada machista, debemos demostrar una respuesta feminista, donde no cabe otra cosa que no sea libertad e igualdad.

Por Nerea Gracia Corredor @Nerea_Gracia_ 

 

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