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LAS OTRAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

El pasado 6 de noviembre se celebró el Tribunal de Mujeres en el Congreso de los diputados, en Madrid. En él, mujeres dedicadas a la ley pusieron sobre la mesa la falta de actuación en cuanto a las leyes de violencia de género y es que, en muchas ocasiones, esas leyes de las que tan orgullosos se sienten los señores del gobierno nunca llegan a aplicarse correctamente y quienes acaban con una condena son las propias víctimas.

En este acto público se encontraba Juana Rivas, quien en el último verano decidió intentar huir con sus hijos cuando la justicia española sentenció que debía entregar la custodia a su exmarido, un maltratador condenado el cual no le ha permitido ver a los niños cuando la madre fue a Italia para hacer uso de su derecho de visita.

En la misma sala se encontraba también Ángela González Carreño, cuyo exmarido asesinó en 2003 a su hija de siete años, Andrea, a pesar de haber presentado ni más ni menos que 51 denuncias por maltrato contra él y de pedir una custodia supervisada para cuando la niña se encontrase con su padre. Desde aquel trágico suceso, Ángela ha estado luchando contra la justicia que lo permitió, pero los tribunales españoles jamás reconocieron su culpa, por lo que tuvo que recurrir al Comité para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer de la ONU para que le diera la razón y que condenara al órgano ejecutivo español por la muerte de Andrea en 2014.

Ruth Ortíz

Cuánto tiempo estuvo en los medios la desaparición de Ruth y José Bretón, dos niños de 6 y 2 años asesinados por su propio padre que llegó a quemar sus cuerpos intentando que no quedase ninguna prueba, todo ello para vengarse de su mujer por haber pedido el divorcio. Efectivamente, José Bretón, el padre de los niños, había sido denunciado con anterioridad por malos tratos hacia su mujer y, aunque ella retiró las denuncias, siempre tendrían que ser de aviso cuando se trata de la custodia de los hijos. Pero sin duda, lo más deleznable de este caso fue cómo los medios hablaban del alto consciente intelectual del asesino, como si de un genio se tratase.

Juana Rivas intentó huir con sus hijos y la ley la trató como la criminal en lugar de cómo a la víctima. Ángela Carreño se vio desamparada por una justicia inútil y desentendida totalmente de su responsabilidad. Ruth Ortiz tuvo que lidiar con la familia de su expareja que insistía, una y otra vez, en la inocencia de éste a pesar de las pruebas.

Si la ley actual de violencia de género establece que no se puede dar la custodia a un padre maltratador, ¿por qué se les sigue entregando a los niños? ¿Cuántas denuncias son necesarias para que tengan en cuenta la posibilidad de que los padres maten a sus propios hijos sólo para seguir haciéndole daño a la madre? ¿Cuántos organismos internacionales tienen que denunciar la justicia de nuestro país para que comiencen a aplicar de forma correcta las leyes contra la violencia de género? ¿Cuánta sangre, cuántas lágrimas, cuántos gritos de dolor son necesarios para que los jueces digan “basta”? Concederle la custodia a un padre maltratador es lo mismo que darle carta blanca para que, cuando él quiera, infligirle el dolor más intenso que puede sentir la madre.

Nuestra compañera Ana López Moreno @anizmoreno_  nos cuenta en este video el caso de Juana Rivas con detalle donde explica la situación de la mujer víctima de maltrato con respecto a sus hijos frente a la justicia: https://www.youtube.com/watch?v=8LKj2JIjCZE&feature=youtu.be

Por @LaFemichunga

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